La reciente ola de calor en España ha alertado sobre la necesidad de encontrar alternativas para regular la temperatura de las edificaciones sin aumentar la factura eléctrica y evitar el impacto ambiental por emisiones contaminantes a la atmósfera de los acondicionadores de aire.
Entre otras opciones, los jardines verticales son una “solución verde” que disminuye hasta cinco grados la temperatura el interior de las construcciones, según un reciente estudio publicado por el Instituto de Tecnología de Tokio.
Xavier Prats, responsable de Medio Ambiente, Ciencia e Investigación de la Obra Social “la Caixa“, propone como ejemplo el jardín vertical de las instalaciones de CaixaForum, en Madrid, que “actúa como un sistema de refrigeración natural, ya que la humedad que desprende cómo consecuencia de su riego provoca un descenso de la temperatura en su espacio colindante”.
Se trata de una pared de 24 metros de altura y 460 metros cuadrados, obra del botánico francés Patrick Blanc.
Estas estructuras son ecosistemas vivos que se colocan en las paredes de un edificio y actúan como piel exterior del edificio, protege de los rayos solares y, gracias a la masa foliar (las hojas), pueden contribuir a regular la temperatura de todo un complejo.
Según el Instituto de Tecnología de Tokio, los jardines verticales “reducen hasta cinco grados la temperatura interior de un edificio en verano y la mantienen en invierno, con un ahorro estimado de hasta 500 ? por metro cuadrado al año”.
Luis García, responsable técnico de una de las compañías que instalan éstos jardines, corroboró a EFEverde su beneficio económico, “ya que reducen el consumo (eléctrico) en la época de verano, cuando, en el caso de España, el mayor gasto energético proviene del uso de aire acondicionado”.
“Es un sistema que las empresas se deben plantear más, hay más cultura de éstos jardines en países como Alemania, Estados Unidos, Canadá y en Latinoamérica, donde se han implementado por sus beneficios en la depuración del aire”, señaló.
García reconoció que una de las limitaciones de estas estructuras es el alto coste de la inversión y que el retorno no se registra hasta pasados entre dos y cuatro años.
Ignacio Solano, biólogo alicantino, a cargo de una empresa de paisajismo urbano, ha aseverado que los jardines verticales funcionan como “un aislante térmico, por lo que el típico edificio de oficinas logra un ahorro energético significativo”.
A su juicio, los jardines verticales se abren paso como una tendencia ecológica, dentro de la denominada “bioconstrucción”, muy aceptada por arquitectos y diseñadores.
Según el experto, la creación y conservación de los jardines verticales requiere un profundo conocimiento de los ecosistemas, tanto a la hora de elegir las especies como para establecer la combinación que pueden surgir entre ellas, de la microflora y la microfauna.
Una investigación de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Sheffield (Reino Unido), titulada “Simulaciones termales de los efectos en paredes vegetales de ambientes cerrados en edificios” (2011), sostiene que “la vegetación en los exteriores de edificios estabiliza las temperaturas internas, mitigando el calor de los rayos solares e inoculando la pared en la noche en climas calientes y fríos”.
Esas estructuras, añade el estudio, generan una “reducción de gasto energético en aire acondicionado y calefacción”.
El jardín vertical se construye con paneles que se colocan en las fachadas donde, a través de un mecanismo hidropónico (acuático) o de tierra, las plantas reciben alimento.
Entre los paneles y la pared se deja una cámara de aire que facilita el aislamiento térmico y, por tanto, el ahorro energético.
Fuente: EFE
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